Deuda y dólar: lo peor ya pasó… Por Oscar Martinez

…ahora viene lo peor, diría algún escéptico. El acuerdo con los acreedores va a generar algún relato, sobre todo vinculado a la inflexible posición argentina, que apenas si presentó cinco opciones los fondos internacionales, cada una de las cuales era más ventajosa para los acreedores. El acuerdo incluyó una inédita ley de paridad entre acreedores locales e internacionales y la dolarización de deudas en pesos (para beneficio, es verdad, de dos de los fondos acreedores «amigos», o más o menos de la Argentina.

«Es mejor que el de 2005», dijo el Presidente en referencia al flamante arreglo. Vale recordar que el mismo Alberto Fernández era jefe de Gabinete de Néstor Kirchner cuando se firmó ese arreglo que le costó miles de millones de dólares adicionales a la Argentina, tanto por el contraproducente Cupón PBI como por los juicios de los holdouts.

Pero la política, cada vez más vinculada a un relato poco estricto, dirá que la Argentina logró un alivio financiero importante. Y esto es verdad sobre todo para lo que resta del gobierno de Alberto Fernández. Ahora, el país deberá pagar US$ 4.500 millones en los próximos cinco años, en lugar de los US$ 30.200 previos al acuerdo. El país dispone de aire financiero como para sacar la cabeza de abajo del agua y comenzar a ordenar sus cuentas públicas. Sin contar que ahora viene sentarse con el FMI, al que habría que pagarle US$ 18.000 millones entre 2022 y 2023, pero esa suena como la parte «fácil».

Pero postergar la deuda no es la solución definitiva. Ahora viene lo peor: ordenar las cuentas públicas y los desequilibrios macroeconómicos consecuentes. A partir de los próximos meses la Argentina debería encarar un programa que «descovidice» la economía. No se trata de un grupo de medidas, sean más o menos ordenadas o deshilachadas, sino de un conjunto de metas y de las consecuentes herramientas para obtenerlas. Entre esas metas, hay una que luce como la luna llena: dólares. Y por varios motivos.

El país necesita urgentemente dólares, divisas para sostener un esquema de crecimiento. Existe un cálculo que dice que por cada punto que crece el PBI, las importaciones suben 3 puntos. Así, un módico repunte de 5 puntos en la riqueza total de la Argentina, implica 15 puntos de suba en las importaciones. Y eso se paga con divisas.

También necesita moneda estadounidense para tratar de ir equilibrando la moneda local, sacar al peso de su único rol de medio de pago e ir terminando con la creativa instrumentación de divisas alternativas. Y, por si fuera poco, para amortiguar las presiones inflacionarias, en parte generadas por la persistente depreciación de nuestro humilde peso.

Para esto, no es suficiente no deber. Hay ir por un esquema que le permita al Estado comprar dólares con superávit fiscal y no con emisión, por citar apenas uno de los elementos imprescindibles. No se trata de ajustar, sino de buscar un equilibrio macro. De manera creíble y con medidas consistentes. Caso contrario, la historia, una vez más, volvería a repetirse. Siempre como drama nunca como farsa.