30 de Agosto «Santa Rosa de Lima»

A los 31 años de edad, muere Santa Rosa de Lima, gravemente enferma, el 24 de Agosto de 1617, quien en su vida civil fuera Isabel Flores y Oliva.

Desde muy joven consagró su vida a Jesús. Ayudó a pobres y leprosos. Practicó el ayuno y ofreció a Dios todo tipo de sacrificios.

Fue beatificada por el Papa Clemente IX el 30 de agosto de 1676.

El Congreso de Tucumán la declaró Patrona de la Independencia Argentina.

Nació en Lima, Perú, el 20 de abril de 1586 y nunca falla la tormenta que de manera increíblemente puntual trae para todos los 30 de agosto de cada año, la Tormenta de Santa Rosa. A todo evento, en días inmediatos, posteriores.

En virtud de la enfermedad que le produjo la muerte, es santa patrona de los tuberculosos.

En relación a su vida, cuando fue admirada por su belleza, Rosa cortó su cabello y se echó pimienta a la cara, molesta por haber atraído pretendientes.

Rechazó a todos sus pretendientes, a pesar de la oposición de amigos y familiares. Rosa pasaba varias horas al día observando el Sagrado Sacramento, el cual recibía a diario – una práctica extremadamente rara en aquella época.

Finalmente, después de 10 años, hizo voto de virginidad.

Rosa atrajo la atención de los frailes de la Orden Dominica. Ella deseaba convertirse en monja, pero su padre lo prohibió, por lo que al cabo de unos años ingresó en la Tercera orden de Santo Domingo a imitación de su admirada santa Catalina de Siena.

A partir de entonces se recluyó, prácticamente, en la ermita que ella misma construyó, con ayuda de su hermano Hernando, en un extremo del huerto de su casa. Solo salía para visitar el templo de Nuestra Señora del Rosario y atender las necesidades espirituales de los indígenas y los negros de la ciudad. También atendía a muchos enfermos que se acercaban a su casa buscando ayuda y atención, creando una especie de enfermería en su casa.

Muchos biógrafos escriben que ayudó a fray Martín de Porres, (Lima 1579-1639), el cual es santo desde 1962.

Rosa se permitía dormir solo dos horas al día, de tal forma que pudiera dedicar más tiempo a la oración.

Usaba una pesada corona de plata, con pequeñas espinas en su interior, emulando la Corona de Espinas de Jesucristo.