Informe político a cargo de Salvador Di Stefano

Resumen ejecutivo: El Frente de Todos se juega todo a descontar la diferencia
en las elecciones generales pero la falta de un liderazgo claro y la distancia
entre el presidente y su vice se conjugan para mal con una fragilidad que se
incrementa. Aunque falta el veredicto de las urnas, el establishment y la
oposición ya dan por agotado el ciclo de los Fernández y solo apuestan a una
transición. Pese a que el Círculo Rojo jugó de entrada y hasta hace poco a la
emancipación de Alberto, en un sector del gobierno advierten que cuanto más
se deteriore la relación personal de los Fernández más se agravará la situación
económica. Con un Frente de Todos gobernado por la urgencia, que no tiene
claro cómo se va a reordenar su poder interno después del 14 de noviembre, el
amplio espacio publicitario destinado a difundir el acuerdo con la oposición
que propuso Sergio Massa le sirve sobre todo al presidente de la Cámara de
Diputados, que pretende ignorar su licuado poderío electoral y erigirse una vez
más en árbitro para la gobernabilidad. Como dice un funcionario del gobierno:
cuando no se tiene claro cuál es el rumbo que hay que tomar, el acuerdo -que
es un medio o una herramienta- se vende como propuesta. Pasa todo el tiempo.
En la cima del gobierno hay, como en todo el oficialismo, miradas distintas. En
el primer anillo presidencial aseguran que la elección bonaerense se puede
empatar, o ganar por poco, además de dar vuelta La Pampa y mejorar en
Santa Fe y en el Chaco, entre otras provincias. El argumento es el mismo:
activar la maquinaria del peronismo, poner a andar los mecanismos de
votación en los sectores cercanos al PJ que no fueron a votar en las PASO del
12-S. Para otros, es una simplificación: eso puede mejorar la cosecha del FdT,
pero no hay precisiones sobre qué ocurrirá con Juntos. «Los cinco principales
dirigentes del FdT tiene 70% de imagen negativa: ¿cómo se recupera
credibilidad?», se pregunta un dirigente, operador todoterreno con varias
terminales en Casa Rosada, sobre el día después de la general y escarba en un
mal compartido entre los Fernández, Axel Kicillof, Sergio Massa y Máximo
Kirchner, el quinteto oficial. La enumeración de esos cinco explicita otra
debilidad: excluye a otros actores del dispositivo del FdT, como los
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gobernadores del interior, la CGT y las organizaciones sociales. Mientras,
Macri capitalizó políticamente este jueves la suspendida indagatoria judicial en
Dolores para montar un acto político electoral de clamor 2023, le da sentido a
una serie de sucesos que enmarcan sus aparentes intenciones de no perder el
control político de la alianza opositora, de la que se adueñó Horacio Rodríguez
Larreta, ausente en la plaza dolorense. Un dolor de cabeza para el jefe de
gobierno porteño.
Todos miran al día después del 14N
 El Frente de Todos se juega todo a descontar la diferencia en las elecciones
generales pero la falta de un liderazgo claro y la distancia entre el presidente y su
vice se conjugan para mal con una fragilidad que se incrementa. Aunque falta el
veredicto de las urnas, el establishment y la oposición ya dan por agotado el ciclo de
los Fernández y solo apuestan a una transición. Pese a que el Círculo Rojo jugó de
entrada y hasta hace poco a la emancipación de Alberto, en un sector del
gobierno advierten que cuanto más se deteriore la relación personal de los
Fernández más se agravará la situación económica.
 Con un Frente de Todos gobernado por la urgencia, que no tiene claro cómo se va a
reordenar su poder interno después del 14 de noviembre, el amplio espacio
publicitario destinado a difundir el acuerdo con la oposición que propuso Sergio
Massa le sirve sobre todo al presidente de la Cámara de Diputados, que pretende
ignorar su licuado poderío electoral y erigirse una vez más en árbitro para la
gobernabilidad. Como dice un funcionario del gobierno: cuando no se tiene claro
cuál es el rumbo que hay que tomar, el acuerdo -que es un medio o una herramientase vende como propuesta. Pasa todo el tiempo.
 Massa aún fantasea con ser el nuevo Alberto de Cristina, pero su cercanía con
Horacio Rodríguez Larreta le augura un futuro relevante aún tras la derrota.
Como mínimo, el ex intendente de Tigre sabe que no tendrá problemas
judiciales si su gran amigo cumple el sueño que él también amasa. Otra cosa es
la salida de la crisis que busca a tientas la clase política en su conjunto,
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mientras cada día se degradan un poco más las condiciones de vida de la
sociedad.
 Si alguna vez se concreta, el verdadero acuerdo no se anunciará en una entrevista
con un medio amigo, sino que demandará primero una serie de encuentros
reservados entre profesionales que no busquen reflectores para sí mismos ni
ganancias personales. Así piensa Emilio Monzó, el vindicador de la rosca que el
lunes pasado volvió a reunirse con Larreta en un café discreto de la Ciudad.
Monzó afirma que el exitismo opositor no deja ver la larga lista de obstáculos
que enfrenta Juntos de cara a 2023.
 No se refiere solo a los trastornos de una economía con inflación del 50%, falta
de dólares y un endeudamiento explosivo. Para Monzó el principal problema
de una oposición a la que le sobran candidatos a presidente es el propio Macri,
que intentará por todos los medios volver a ser. Cómo disuadirlo de ir en busca
de su segundo tiempo, esa será la tarea de Larreta y sus socios si a la oposición
le vuelve a ir bien el 14 de noviembre.
 En la cima del gobierno hay, como en todo el oficialismo, miradas distintas. En el
primer anillo presidencial aseguran que la elección bonaerense se puede empatar, o
ganar por poco, además de dar vuelta La Pampa y mejorar en Santa Fe y en el
Chaco, entre otras provincias. El argumento es el mismo: activar la maquinaria
del peronismo, poner a andar los mecanismos de votación en los sectores
cercanos al PJ que no fueron a votar en las PASO del 12-S. Para otros, es una
simplificación: eso puede mejorar la cosecha del FdT, pero no hay precisiones
sobre qué ocurrirá con Juntos.
 Con el 14 de noviembre casi como accidente, con escasas expectativas sobre el
resultado, Alberto Fernández y Cristina Kirchner bosquejan el contrato de la
convivencia futura que, en el capítulo político, tiene una cláusula primaria y
básica: garantizar, camino al 2023, la participación y competencia interna. Fue
una de las promesas que, como tantas, los Fernández no cumplieron. El presidente
propuso, incluso, construir la institucionalidad al FdT, una mesa donde se discuta la
política y el rumbo del gobierno. La idea naufragó, no sólo por la pandemia.
 «Los cinco principales dirigentes del FdT tiene 70% de imagen negativa:
¿cómo se recupera credibilidad?», se pregunta un dirigente, operador todoterreno
con varias terminales en Casa Rosada, sobre el día después de la general y escarba
en un mal compartido entre los Fernández, Axel Kicillof, Sergio Massa y
Máximo Kirchner, el quinteto oficial. La enumeración de esos cinco explicita otra
debilidad: excluye a otros actores del dispositivo del FdT, como los gobernadores
del interior, la CGT y las organizaciones sociales.
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 «Alberto era el garante de que esos sectores iban a tener protagonismo y voz. Pero
eso no pasó: terminamos con una agenda muy urbana y un temario político
demasiado cristinista», plantea un integrante del gabinete. Hasta el ingreso de Juan
Manzur como jefe de Gabinete, el staff de Fernández fue del AMBA casi de punta a
punta, un porteñocentrismo que la semana pasada volvió a empantanar al gobierno
en una crisis que de lejos no es fácil de procesar: el conflicto mapuche.
 – ¿Cuándo se termina de ordenar Alberto? -, pregunta, cada tanto, Antoni
Gutiérrez Rubí, el consultor catalán que se convirtió en artífice de dos procesos
post derrota: la campaña del Sí y el bajo perfil presidencial, con menos
sobreexposición y charlas mano a mano. Es lo que en el mundo Fernández
llaman, casi en modo autoayuda, «reconectar con la gente». El presidente, que
históricamente subestimó a los consultores, escucha los planteos y las
sugerencias de Rubí, aunque no siempre las aplica.
 Según el manual del gurú catalán, que en el 2017 colaboró en la campaña de
Cristina Kirchner a senadora por Unidad Ciudadana, Fernández debe estar lejos de
la política, de los actos masivos y del relato militante. Rubí, validado por los
Fernández, enfoca su campaña a lo que llama el «metro cuadrado de la gente», un
concepto de las urgencias solitarias o más cercanas. En algún punto, un contraste
con aquello de la patria es el otro.
 Los idas y vueltas sobre las movilizaciones por el 17 de octubre concentran esa
confusión. «Al final, hubo dos marchas y Alberto no capitalizó ninguna de las dos»,
se queja un armador cercano al presidente. En la doble jornada del 17-18 se apilaron
las contradicciones del panperonismo. La postura anti acuerdo con el FMI que
expuso Hebe de Bonafini -que luego se mostró con Kicillof-, y que reforzó
Amado Boudou, sembraron confusión y mensajes cruzados.
 El lunes siguiente los Fernández charlaron y, según cuentan en el FdT, compartieron
su malestar por el tono de los discursos del domingo, que interpela a un sector
militante, que está alineado con Cristina y cuestiona el manejo de las negociaciones
con el fondo por parte de Martín Guzmán. El jueves Fernández almorzó con
Manzur y los ministros Jorge Ferraresi, Gabriel Katopodis, Santiago Cafiero y
Juan Zabaleta, el ala bonaerense del gobierno, lo más parecido al albertismo
que se puede encontrar en este tiempo.
 Fue una charla larga donde se resolvió que el presidente, a 20 días de la elección,
tratará de ganar centralidad en la campaña, algo que intentó el viernes cuando
encabezó una reunión en Olivos con ministros e intendentes bonaerenses. Fernández
volvió, luego de estar varias semanas lejos de la campaña, a sentarse en la mesa
política y lo hizo junto a Manzur, que estaba a cargo de la arenga campañista de
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cara al 14-N. A un mes de su irrupción como funcionario en medio de una semana
traumática para el FdT, la magia inicial del tucumano, madrugador y proactivo, se
esfumó casi antes de empezar.
 Con las semanas, el recambio de gabinete confirmó lo que se suponía: el modelo
tucumano no es, por ahora, más que un cambio de huso horario con el dato
adicional que, dicen en Rosada, abrió el teléfono a intendentes y gobernadores.
Manzur ejercita, más que la gestión, la arenga preelectoral con la ilusión de ser el
artífice de una mejora, en el norte del país o en el conurbano, los dos territorios que
están en su mapa personal de intereses.
 Mientras tanto, Sergio Berni, que volvió a tensar con el gobierno con su
postura frente al conflicto mapuche, es la figura que amenaza con abandonar
el FdT y que levanta como bandera la idea de que se necesitan garantías de
participación futura. Teoriza, con una proyección tan larga como imprecisa,
que Máximo Kirchner prometerá PASO para las presidenciales del 2023 pero
con la condición de ser el único candidato a gobernador en la provincia.
 En La Cámpora señalan a los intendentes como los principales interesados en que
no se hayan permitido PASO. En el albertismo comparten esa lectura. «¿Por qué el
Movimiento Evita no puede tener una lista en La Matanza? ¿O Grabois en Ezeiza?
Si Espinoza y Granados ganarían sin ningún problema», explica un funcionario que
admite que Fernández no empujó lo suficiente para lograr la apertura porque,
entendió en su momento, podría leerse como un atentado a la unidad pero que al
final fue un problema de táctica electoral.
 Pocos días antes del cierre de listas, un intendente propuso una idea curiosa.
«Traigamos a Ricardito Alfonsín que está cobrando como embajador en
Madrid, que arme una lista interna en el FdT y salga por el interior a pelearle
votos a Manes». Otro sugirió habilitar a Berni a competir o, incluso, se habló
de incentivar a Fernando Gray, intendente de Echeverría, para que vaya con
una lista peronista.
 Mientras tanto, volviendo a Macri se puede decir que capitalizó políticamente este
jueves la suspendida indagatoria judicial en Dolores para montar un acto político
electoral de clamor 2023. Con fuertes críticas al oficialismo y denuncias de
persecución política, reivindicó sobre un escenario algunos puntos de sus cuatro
años de gestión y dejó entrever junto a sus incondicionales que mira convencido el
largo plazo. En principio, se fue de la ciudad con una certeza: no llegará procesado
a la elección del 14 de noviembre, en la que pidió repetir el resultado de las
primarias.

El mensaje remitió de manera explícita a las próximas elecciones generales,
después del amplio triunfo de Diego Santilli sobre Victoria Tolosa Paz en la
provincia de Buenos Aires, pero le da sentido a una serie de sucesos que
enmarcan sus aparentes intenciones de no perder el control político de la
alianza opositora, de la que se adueñó el jefe de gobierno porteño, Horacio
Rodríguez Larreta, ausente en la plaza dolorense.
 Pese al respaldo que recibió 24 horas a través de las redes sociales, llamó la
atención las ausencias de Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Santilli,
autor intelectual y alfiles del Plan Canje que incluye el parricidio,
representantes de la -ya desdibujada- ala moderada de Juntos por el Cambio y
actores centrales del proyecto presidencial del alcalde porteño. De todos
modos, sí estuvo el integrante del mismo grupo y presidente del bloque PRO en
la Cámara de Diputados, Cristian Ritondo, que se mostró junto a militantes y
seguidores en todo el trayecto.
 En ese contexto, en los últimos días el primo Jorge Macri, presidente del PRO
bonaerense, y Lombardi se ocuparon de mover la convocatoria en apoyo al
expresidente y el propio Macri llamó a las principales figuras. Hubo diferencias
entre los aliados, explicitadas por el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, y por
el candidato a diputado Facundo Manes. «No estoy de acuerdo con las marchas en
apoyo a Macri, parecemos el kirchnerismo», dijo el jujeño con aspiraciones
presidenciales para 2023. Antes, el neurólogo había pedido «ejemplaridad» al
expresidente y que se presentara a declarar.
 Por segunda vez en la semana, el radicalismo y el PRO mostraron su grieta. El
martes votaron en sentido contrario la Ley de Etiquetado en Diputados. Solo tres
radicales se abstuvieron, mientras el resto votó a favor, incluso el tucumano José
Cano, que protestó por la «demonización» del azúcar. El PRO se dividió entre los
votos negativos y la abstención. «Cuando los K lo corrían con Milagro Sala, venía a
pedirnos ayuda», reprochó en estricto off the record a Morales uno de los 20
diputados que se subió a las 8.15 al micro que partió desde el Congreso rumbo a
Dolores.
 Larreta quiere dar vuelta la página de la PASO bonaerense, insumo del malestar de
Manes que dice que el jefe de gobierno, a fuerza de pauta, lo «invisibilizó». El
neurocientista tuvo, incluso, agarradas con algunos conductores televisivos con los
que se conoce hace décadas, a los que solía invitar a cenar en su casa, y que, contó
en alguna sobremesa, le jugaron mal. Esos cortocircuitos, en el cerebro político de
Manes, conducen a Larreta.
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 «Larreta es jefe político de un distrito donde Facundo no está y dirigente de un
partido político distinto al de Facundo. ¿Por qué tendrían que sacarse una foto
juntos?», explicó un vocero de Manes. Por lo pronto, participa en la campaña
de Juntos en la provincia de Buenos Aires, donde va tercero en la lista que
encabeza Santilli, aunque, admiten en el PRO, les gustaría que Manes tengan
más protagonismo.
 Hay, en la negativa de Manes, otras razones que deslizó en distintas conversaciones.
Una refiere a que Larreta se lanzó a candidato presidencial y que mostrarse con él
podría «interpretarse» como que el nerocientista apoya esa postulación, algo que
difícilmente ocurra porque Manes se asume, sin decirlo tan claramente, como
aspirante a presidente. Otra, más profunda, está vinculada con el formato de
conducción del jefe de Gobierno, a quien ve como un defensor del statu quo, un
político clásico, con hábitos y vicios de jefe territorial como los que el PRO
suele achacar a los gobernadores peronistas.
 Eligen, en el entorno de Manes, una analogía interesante: dicen que Larreta
hace lo que hizo Néstor Kirchner en Santa Cruz, esa idea de manejo territorial,
pero, también, en lo referido al supuesto uso de poder y los recursos del Estado
para sostener una aventura presidencial. La paradoja de citar a Kirchner es
sugestiva porque otros gobernadores -Sobisch de Neuquén o Urribarri de Entre
Ríos, por ejemplo- lo hicieron, aunque Kirchner fue de los pocos que resultó exitoso
en el proceso.
 La obsesión de Larreta con Manes, al margen del factor psicológico ligado a los que
se le resisten, radica en que advierte el acecho de Macri, su protagonismo en el
dispositivo de Juntos, y el riesgo de que el expresidente proyecte, para sí, una
candidatura en el 2023. Esa amenaza es política y electoral que Larreta tiene
medida: Macri tiene 12% de intención de voto, dejó de caer y empezó una
lentísima recuperación.
 Con ese número, Macri es competitivo en una PASO de Juntos. Si hubiese,
además, un candidato radical, el «centro» larretista podría convertirse en una
avenida del medio muy delgada. La sociedad inevitable contra Macri es, entonces,
el radicalismo y es ahí donde Manes le resulta particularmente necesario. Pero los
radicales consideran que les llegó el turno para pelear por la Casa Rosada.