Aladino, la gran esperanza de Martín Guzmán

Las reservas de libre disponibilidad, ese dinero que el gobierno puede usar sin problemas, llegaron ayer a US$95 millones, un nivel casi inédito teniendo en cuenta los resultados de la balanza comercial del año pasado. El superávit comercial superior a los US$15.000 millones se conviertieron en esa cifra que no alcanza ni para cubrir las importaciones de un día. Pero, qué son esas reservas, cómo se llega a ese número que los economistas y especialistas repiten. Este Bolsillo, fiel a su origen, enseña a pescar, así que vamos a compartir una explicación, de manera libre y muy sencilla, que publicó PPI, una sociedad de Bolsa.

Para esa empresa, «con el pago de intereses al FMI por US$369 millones realizado el viernes pasado (4 de febrero), las reservas netas se hundieron a los mínimos desde comienzos de 2016». Para saber de cuánto se trata, y según el cálculo más duro posible, a las reservas brutas (US$37.219 millones al 8 de febrero) se le restan:

i) los encajes de los depósitos en dólares.

ii) el préstamo con el Banco de Pagos Internacionales (BIS).

iii) el swap con China.

iv) el Repo (préstamos) con SEDESA (la sociedad de seguros de depósitos, en este caso en dólares).

De esta manera, siempre según PPI, las reservas netas habrían cerrado la semana anterior en menos US$196 millones, o sea, pasaron a terreno negativo. No es la primera vez que algo así sucede, al momento de asumir la administración Macri, diciembre de 2015, la posición negativa que hubo que revertir fue de unos US$3.000 millones heredados de la administración de Cristina Kirchner. Mejor no recordar por ahora lo mal que finalmente terminó todo ese período.

Pero, se sabe, el dinero es fungible así que por una cuestión de convivencia y tranquilidad espiritual, por lo general se toman «prestados» dólares de SEDESA, la garantía de los depósitos en dólares, que luego se van reponiendo. Así, con una mirada poco purista, el stock de reservas netas se encuentra en US$1.553 millones. Pero, ayer mismo, como dijimos las reservas netas puras, sumaron US$95 millones gracias a algunas compras de ocasión del BCRA.

Es un nivel muy bajo y preocupa al gobierno que busca un Aladino para poder frotar la lámpara de crear divisas (La lámpara de Aladino es uno de los cuentos más conocidos de Las Mil y una Noches y encierra, además del genio, una especie de enseñanza a tener en cuenta). Por eso el gobierno se ofreció de ser el portero de Rusia para la región mirando los US$600.000 millones en reservas que maneja Vladimir Putin o se peronizó a Xi Jinping por otros US$20.000 millones en inversiones que ya había anunciado Néstor Kirchner en 2004.

Parece preferible la magia, sin considerar los costos de tocarle el timbre a dos países de partido único e hipercapitalistas, a esperar el giro del FMI que no resolverá el problema de fondo, ya que, por lo que se sabe, llegarán DEG´s, no dólares. Pero siempre serán mejor que nada.

La urgencia, con todo, es de corta duración, a lo sumo dos meses, ya que falta poco para que comiencen las liquidaciones de los exportadores de la cosecha gruesa. Si bien la sequía golpeó los pronósticos previos, la suba en el precio de la soja (roza los US$600 la tonelada) abre buenas expectativas en el equipo económico. Un anticipo para la esperanza: en enero el complejo primario aportó US$2.441,6 millones de dólares.

Sin embargo, aunque los ingresos de divisas generen preocupación, el mayor inconveniente son los gastos. No sólo por la deuda, como demostró 2021. Por la incapacidad política de reforzar la puerta de salida, no hay superávit comercial que aguante en la Argentina.