En campo alquilado: cómo funciona un tambo sustentable

Ni la niebla ni el frío detuvieron a productores y profesionales para llegar hasta Susana, en la provincia de Santa Fe, para conocer a un tambo que es ejemplo en la utilización de recursos.

Viaje por tambos sustentables

En Agrofy News contamos varias veces el trabajo que hace la familia Alquati en el Establecimiento La Otilia, que fue elegido por el INTA Lechero, el INTA Rafaela y la Agencia de Extensión Rural Castellanos del INTA para fijar la séptima estación del “Viaje por Tambos Sustentables”.

Con más de 180 inscriptos, los asistentes pudieron conocer el trabajo que se hace en tierra alquilada, recorrer, consultar y llevarse ideas para aplicar en unidades productivas no sólo de Santa Fe, sino también de Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires.

Cómo produce el tambo sustentable

Desde 1999 trabaja Hugo, el padre de familia, en vinculación con el campo a partir de una empresa que prestaba servicios, producía granos, fue acercándose lentamente lo hizo pensar en meterse en el mundo del tambo. Fue así que la última vez que nevó en Rafaela y zona, el 1° de agosto de 2011 empezaron la aventura de alquilar este campo, que está sobre la Ruta Nacional 34, en el ingreso a la localidad de Susana y a pocos kilómetros al sur de la tercera ciudad de la provincia de Santa Fe.

De las 129 hectáreas originales, en el último año agregaron otro arrendamiento de 110, a pesar de haber perdido con la obra de autovía en la Ruta 17 metros en todo el frente del campo, donde también tenían la laguna donde se volcaban los efluentes.

Siempre afrontando los desafíos, entendieron desde el principio que “había que generar un menor impacto ambiental”, según comenzó explicando Joaquín, que es ingeniero agrónomo y quién en definitiva está tomando las decisiones clave de esta empresa familiar.

“Creemos en el sistema dry lot y en la productividad individual para bajar los costos fijos”, sostuvo al empezar a detallar el trabajo que se hace actualmente con 340 vacas en ordeño, que aportan 34,5 litros diarios que se obtienen en tres extracciones por jornada. Antes de la ampliación la productividad por hectárea estaba en 21 mil litros, ahora con 239 hectáreas el cálculo está en 14.640 litros.

Fue en 2021 cuando decidieron ampliar la sala, de 12 a 20 bajadas, tal como lo contábamos en este sitio, donde se cuenta con baranda recta, retiradores automáticos que aceleran el proceso, chapas traslúcidas en el techo para mejorar la visibilidad en la fosa, corral de espera techado con ventilación y aspersión.

Las tareas están bien repartidas porque además de tener a una persona dedicada al trabajo de guachera y reproducción, en la fosa son tres operarios, además de otra persona que se encarga del movimiento de los lotes. El formato asociativo del acuerdo con el tambero permite mejorar el vínculo, porque la empresa se desliga de la organización de turnos, reemplazos y vacaciones, aunque la organización está pensada para que todos tengan un fin de semana completo cada dos semanas y así mejorar el bienestar laboral.

No es uno, son dos

Pero más allá del tambo, el atractivo principal de la jornada estuvo en los biodigestores que tienen instalados los Alquati.

Hace tres años detallábamos cómo había sido la decisión de adaptar un dispositivo pensado para la producción porcina a los tambos y ahora se puede decir que ya está andando el segundo, para acompañar el tratamiento de los efluentes de una mayor cantidad de animales y al mismo tiempo, generar energía para uso propio y para en algún momento, aportar a la red provincial. La idea surgió de un planteo que había hecho en la Universidad Nacional del Litoral del Ing. Agr. Martín Rostagno, que coincidentemente estuvo de visita en el encuentro, entre su experiencia en Nueva Zelandia y a punto de viajar a Australia a un nuevo desafío profesional.

“Si bien no hay normativa al respecto en Santa Fe, nosotros hacemos un aprovechamiento agronómico de los efluentes, que además de generar energía tienen un alto valor en nutrientes. Lo que hicimos fue ordenar el acopio de esos efluentes, para su uso y poder aprovecharlos por completo”, comentó.

Joaquín Alquati contó a los asistentes que al tomar la decisión de sumar animales y tener tres ordeños diarios lo primordial fue hacer un uso eficiente del agua, teniendo en cuenta que por animal en promedio se calcula el uso de 25 litros de agua, mientras en este caso se logró bajar un total de 40 a 45 litros por animal cada día, sumando los tres pasos de cada vaca por la ordeñadora, que totalizan 1.500 litros diarios.

Eso se termina volcando a los dos biodigestores, el más pequeño con 150 metros cúbicos de capacidad y el segundo y más voluminoso con una capacidad de 420 metros cúbicos. Esa gestión permite obtener biogas que se utiliza para descongelar y calentar calostro, e incluso se puede envasar o acopiar.

Por una iniciativa conjunta que involucra a los profesionales del INTA, está en marcha un proyecto de financiamiento ante la Nación, a través de la Universidad Nacional de Rafaela para la adquisición de un motor que permita transformar el gas en energía eléctrica para utilizarla en el establecimiento y ocasionalmente aportarla a la red de la Empresa Provincial de la Energía.

Claro que los solidos resultantes del tratamiento se distribuyen en los lotes de agricultura, donde se produce maíz, alfalfa, arveja y soja, que demuestran mayores rindes con este aporte y permiten una mejor conversión de granos en leche.

Sombra natural

En el intercambio con los productores que lo visitaron hubo un interesante mensaje que reforzó la idea de la inversión en campo alquilado.

Los contratos pueden variar en su duración, sin embargo hay que pensar en el tiempo que cada uno pasa por el campo y lo que eso le reporta, en función del manejo y las inversiones.

“No le tenemos miedo al campo alquilado, porque lo manejamos como si fuese nuestro, por eso invertimos, incluso en forestación. Nuestra idea es permanecer en este campo y seguir mejorando”, aseguró Joaquín.

Junto al veterinario que lo acompaña en el asesoramiento general del establecimiento, Enrique Buffa, remarcaron la importancia de limpiar los comederos y las aguadas dos veces por semana para eludir enfermedades, pero también enfatizaron la importancia del confort para los animales.

Día de por medio se pasa el rabasto en los lotes, para mejorar las camas, porque la vaca pasa entre ocho y nueve horas parada comiendo y merece tener un espacio cómodo para echarse y rumiar tranquilas y así producir mejor.

En La Otilia se trabaja con una estrategia fundamental que es la de ordenar los lotes de animales, para conseguir la estabilidad y el rendimiento. “Homogeneizar el rodeo demanda mucho tiempo, pero permite ser más estables en la productividad”, destaca al remarcar la tarea de separar los lotes con collares de colores, simples y de bajísimo costo, que no tienen sensores, que son cintas plásticas, pero que permiten un ordenamiento  ágil. En el caso del descarte, se promedia el 25 por ciento, siendo las principales causas la reproducción, mastitis y problemas de patas.

El campo cuenta hoy con 4,3 metros cuadrados de sombra móvil por vaca, sin embargo hace varios años que se invierte en sombra natural.

En el campo ya están bien formadas las moras que están al costado del lote de las vacas preparto, pero el resto ya tiene límites en los corrales marcados por 230 álamos que se plantaron en una semana, con una inversión de 120 mil pesos en el proceso, lo cual es mucho más duradero y aprovechable que lo artificial, teniendo en cuenta que hoy una sombra móvil puede valuarse con toda la estrucutura en unos 140 mil pesos.

A los árboles hay que esperarlos, pero el beneficio es mucho mayor.

En este tambo queda demostrado que mucho más allá de lo que pueda decir la letra de una ley, todo el aporte al ambiente tiene su recompensa, porque la sostenibilidad no es una moda, en la lechería es una manera de trabajar.