consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el
bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad…”
En lo sanitario, la rápida propagación a través de un mundo globalizado desafía las capacidades de los sistemas de salud para dar respuesta a la demanda masiva de atención.
Tanto los países ricos desarrollados como los pobres subdesarrollados ven colapsar sus sistemas sanitarios, viviendo situaciones dramáticas entre la población y el personal de salud.
Sin embargo, esta respuesta ha hecho colapsar al sistema económico mundial de una forma no vista desde la 2da Guerra Mundial o la Gran Depresión de 1930, o aún peor. Las quiebras masivas de empresas grandes y pequeñas, con proyecciones de 30% de caída del PBI de las economías más grandes, arrastra una secuela de millones de desempleados, empobrecimiento y acentuación de las desigualdades.
En el plano político, el pánico es aprovechado por sectores autoritarios, que pretenden poner a las democracias en cuarentena forzosa, con salidas autocráticas y regímenes de supresión institucional. Europa, Oriente Medio y América son testigos de esos experimentos, mientras se debilita la unidad regional y el multilateralismo, acentuando un peligroso nacionalismo.
Es entonces cuando la necesidad de proteger las democracias, mejorando su calidad y
defendiéndolas del ataque global, se torna imperativo para evitar el agravamiento de la crisis.
racionalizador del gasto. Señalan defectos virtuales o evidentes, pero en realidad buscan erosionar la institucionalidad, defender los mega negocios y la evasión y asegurar el statu quo de la concentración escandalosa de la riqueza. Son de una irresponsabilidad temeraria y agitan un clima social que puede ser peligroso para la convivencia.
Es necesario frenar ese ataque, ampliando la base de sustento democrático y produciendo a la vez las acciones necesarias que no sólo permitan una baja del gasto sino la mejora del sistema político en su conjunto.
Para ello proponemos 2 medidas de rápida implementación: por un lado, la reanudación de la actividad parlamentaria y por otro la inmediata convocatoria al Consejo Político Económico y Social.
En lo económico, hay que evitar que se corte totalmente la producción y la cadena de pagos, ya que provocaría un daño mayor al del virus, sobre todo en el Conurbano.
El Consejo Político Económico y Social debe ampliar la participación a las organizaciones de la sociedad civil (como fue la Mesa Nacional Ampliada del Diálogo Argentino). Su objetivo: la elaboración de propuestas en lo social, lo productivo, lo tributario y lo financiero, con eje en la coyuntura para asegurar el alimento y el abrigo, pero también para iniciar ya la reactivación económica.
Definir qué tipo de Pymes o empresas, su actividad y localización (con especial énfasis en los conglomerados urbanos y cadenas de valor, según prioridades regionales).
Garantizar también el control sanitario en la cadena de insumos y distribución a la cadena comercial, tanto del mercado interno como la exportación.
Proponemos la creación de una Comisión productivo-sanitaria que evalúe los proyectos.
Debe fomentarse el intercambio intermunicipal de la producción de pymes y empresas locales que abastezcan a otros distritos, en una red de producción regional controlada sanitariamente.
Asimismo, frente a las propuestas de “impuesto de emergencia a las grandes fortunas” por única vez, acordamos con el objetivo pero creemos más efectivo insistir con nuestra propuesta de Reforma del sistema tributario por uno más progresivo, simple y efectivo, basado en 3 ejes:
a.- Impuesto a las personas físicas: progresivo, revisando alícuotas y gravando con un
porcentaje superior las altas rentas, (hasta 45% como en países de OECD).
b.- Impuesto a las personas jurídicas y empresas: disminuyendo las alícuotas (que
recaen en el precio pagado por los consumidores o “recargan las exportaciones”
2. Disminuir el Impuesto al Valor Agregado (IVA) que no sobrepase el 8% y que sean las Provincias las encargadas de su administración y distribución.
3. Reformular el Impuesto del Patrimonio Inmobiliario (IPI), tanto rural como urbano, con una alícuota del 0,8% de su valor de mercado, sin excepciones.
Reformulados estos 3 impuestos principales, podrían revisarse a la baja las alícuotas de otros distorsivos: eliminar impuesto al cheque, bajar retenciones a las exportaciones, ingresos brutos y combustibles, asegurando una recaudación aún mayor que la actual.
Esta estructura fiscal más ágil, dotaría de progresividad al sistema impositivo, estimulando la productividad y aliviando a consumidores.
En lo sanitario, hemos dicho que en la crisis es el gobierno nacional el que debe conducir la estrategia, en coordinación con el resto de las jurisdicciones y convocando a los principales expertos.
Pero a la vez, es nuestro deber señalar que la estrategia de aislamiento social prolongada puede provocar una fatiga que termine en un desorden mayor. Usemos el tiempo ganado por las políticas de supresión de manera efectiva.
A pesar de estar lejos del momento ideal de salida de la cuarentena, deben pensarse una batería de medidas que permitan implementar un aislamiento que sea sustentable.
Para ello proponemos acciones complementarias para cuidar la población y evitar la saturación del sistema de atención.
Para mejorar la atención y optimizar los recursos proponemos segmentar los grupos de riesgo, asistiendo en su domicilio a aquellos con síntomas leves, con aislamiento preventivo y refuerzo de la atención domiciliaria.
Para el grupo de mayor riesgo que son los ancianos, reforzar medidas de prevención, asistencia y control en geriátricos y en la sociedad, convocando a redes familiares y organizaciones sociales para asistir a quienes viven solos, organizando la solidaridad barrial.
Estimular la atención y contención domiciliaria, evitando la saturación de los centros
asistenciales por quienes no requieren internación, dado que la mayoría va a cursar con síntomas leves.
En los conglomerados urbanos, el distanciamiento preventivo y la circulación restringida deben ser regionales, con segmentación horizontal por grupo de edad y vertical por actividades.
Deben lograrse acuerdos que privilegien el aspecto sanitario y la vida de las personas.
Es clave la participación de las organizaciones locales de la sociedad civil, ya que se requiere un fuerte liderazgo regional, con conocimiento de las dinámicas barriales y de los contactos.
Todos los grupos sociales deben ser asistidos segmentando poblaciones por riesgo, permitiendo la asistencia más intensa y compleja a aquellos que efectivamente la requieran.
Esta crisis nos enfrenta a la oportunidad de retomar el espíritu real de la Nación: “Constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad…”